domingo, 27 de enero de 2013

Ineficiente abogado del gobierno, cazador de animales en peligro de extinción


El despacho Cavazos Flores representa desde hace tres años al Sistema de Administración y Enajenación de Bienes en el proceso legal derivado de la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Humberto Cavazos Chena, un excéntrico abogado, cazador y bon ivant se ha embolsado una millonada y no ha resuelto el problema que hoy afecta a cerca de 17 mil electricistas que exigen sus derechos. En septiembre último un Tribunal de Circuito en Materia de Trabajo emplazó al gobierno a atender los reclamos laborales. Un amparo interpuesto a través del abogado-cazador está por ser resuelto en la Suprema Corte de Justicia.

A esa conclusión llegó el organismo británico Lion Aid en un estudio difundido en diciembre último. Apunta que sólo quedan 25 mil ejemplares en el mundo, de los cuales 2 mil 500 son machos. Matar uno cuesta 35 mil dólares (alrededor de 430 mil pesos mexicanos), según referencias periodísticas.
Otra imagen. Un elefante derribado sirve de tapete al mismo cazador que reposa sobre el cuerpo del animal. Apoya una de sus manos sobre el gigante caído, mientras alza la otra y muestra su pulgar. En la siguiente fotografía se observa su sonrisa entre los colmillos del paquidermo; la escopeta se erige en paralelo a las puntas de marfil.
En la mayoría de los países matar un elefante es motivo de cancelación de licencia de caza y una multa millonaria. En la Universidad de Washington se estima que en el mundo quedan 460 mil elefantes africanos, descontando el que mató el cazador de las fotos.
El año pasado, cuando se desató el escándalo del rey de España, Juan Carlos de Borbón, el diario madrileño El Mundo reveló que cazar un elefante en Botsuana, por ejemplo, rondaba los 30 mil euros, sin incluir el costo del viaje.
Hay más imágenes con piezas en peligro de extinción. En una de ellas el cazador lleva en sus hombros un leopardo; en otra, levanta la cabeza de una gacela muerta para simular que aún está viva; una más, lo muestra bajo una cornamenta colgada en la pared.
Un borrego cimarrón, un robusto antílope kudú, un antílope sable y un búfalo africano; todos ellos forman parte de la fauna rendida a los pies del intrépido cazador y al cañón de su escopeta; lo mismo que una terrible hiena moteada transfigurada en un peludo fiambre.
Él se ha retratado –casi siempre solo o con africanos que visten harapos– con faisanes que cuelgan de sus manos como plumíferos racimos; también con una cebra cuya piel probablemente terminará convertida en tapiz en su sala de trofeos.
Como corresponde al estilo de vida del personaje que aparece en las fotografías, éstas muestran abundantes porciones de caviar y escargots (caracoles de tierra), los exquisitos manjares del jetset.
Para este cazador no todo es safari. También le gusta pasear por Europa y lucir sus abrigos de piel; el año pasado estuvo en Indianápolis en el Super Bowl XLVI y aprovechó el viaje para asistir a los juegos de basquetbol de la NBA. A veces surfea o deambula por una mansión palaciega, toma vuelos privados y se enfunda en su lederhosen, el traje típico alemán, para tomar cerveza o alza su puño abrazado del boxeador Saúl El Canelo Álvarez.
Como pocos, ha viajado en el Oasis of the Sea, uno de los tres cruceros más grandes y elegantes del mundo, que empezó a navegar en 2009; incluso ha disfrutado de los placeres en Las Vegas.
No es ningún magnate de las telecomunicaciones o la informática. Tampoco un industrial con inversiones globales ni un financiero audaz. No es un gigante de la industria hotelera, el petróleo o los minerales. No figura en la lista de Forbes ni posee un título nobiliario respaldado por una herencia millonaria. Sólo tiene un despacho jurídico dedicado al ámbito laboral y tiene en su cartera de clientes al gobierno federal.
Se trata del abogado mexicano Humberto Cavazos Chena, laboralista contratado por el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para llevar la demanda laboral por la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LyFC).
La extinción decretada en 2009 por el entonces presidente Felipe Calderón dejó sin empleo a 44 mil trabajadores del centro del país, de los cuales poco más de 16 mil pretenden que se les reconozca un patrón sustituto para conservar su trabajo, prestaciones e ingresos.

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