martes, 31 de diciembre de 2013

¿Qué dice la Iglesia Católica y nuestro SEÑOR acerca de cómo encontrar el propósito de fin de año?

Salomón nos da estas importantes conclusiones en el libro de Eclesiastés: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (Eclesiastés 12:13-14). Salomón dice que el todo de la vida es honrar a Dios con nuestros pensamientos y vidas, guardando Sus mandamientos, porque un día compareceremos ante Él para entregarle cuentas.

David: A diferencia de aquellos cuyas ganancias están en esta vida, David buscaba su satisfacción en el tiempo futuro. Él decía, “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmo 17:15). Para David, su completa satisfacción llegaría el día cuando despertara (en la vida futura) mirando la faz de Dios (en compañerismo con Él) y siendo a Su semejanza (1 Juan 3:2).

Asaf: En el Salmo 73, Asaf habla acerca de cómo él fue tentado a envidiar a los impíos, quienes parecían no tener problemas y aumentaban sus riquezas sobre las espaldas de aquellos de quienes se aprovechaban, pero entonces consideró su destino final. Entonces, en contraste con lo que ellos anhelaban en sus vidas, declara en el verso 25 que lo más importante para él es: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.” Para él, una relación con Dios es lo que más importaba sobre todo lo demás en la vida.

Pablo: El apóstol Pablo habló acerca de todo lo que él había logrado antes de ser confrontado por el Cristo resucitado, y cómo todo lo que una vez tenía o había alcanzado (especialmente en lo religioso), era como una pila de basura para él, comparado ahora con la excelencia del conocimiento de Jesucristo, aún cuando eso incluía el sufrir la pérdida de todas las cosas. En Filipenses 3:9-10, él dice que lo que él quería es “…ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe, a fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la participación de Sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en Su muerte.” Nuevamente, para Pablo lo que más importaba era el conocer a Cristo y ser hallado justo, por la justicia obtenida de Dios a través de la fe en Jesucristo, y vivir en comunión con Él, aún cuando eso le acarreara sufrimientos (2 Timoteo 3:12). En conclusión, él anhelaba el momento cuando él tendría parte en “la resurrección de entre los muertos.”

El propósito de la vida como se expone en Apocalipsis:

El último libro en la Biblia, el libro de Apocalipsis, revela lo que sucederá en el fin de este mundo, como lo conocemos ahora. Después de que Cristo regrese y Su reinado de 1000 años sobre la tierra concluya, los no creyentes serán resucitados y juzgados por sus obras y enviados para su existencia eterna al lago de fuego (Apocalipsis 20). La tierra y los cielos como los conocemos ahora serán destruidos y un nuevo cielo y una nueva tierra serán creados, y el estado eterno será establecido. Una vez más, como en el Jardín del Edén en Génesis, el hombre nuevamente morará con Dios y Él con ellos (Apocalipsis 21:3); todo el remanente de la maldición (sobre la tierra por causa del pecado del hombre) será quitado - sufrimiento, enfermedad, muerte, dolor. (Apocalipsis 21:4) Dios dice que aquellos que vencieren, heredarán todas las cosas. Él será su Dios y ellos serán Sus hijos. Así que, como se inició en Génesis, la raza humana redimida vivirá en compañerismo con Dios, libre del pecado y su maldición (tanto interna como externamente), en un mundo perfecto, teniendo corazones perfectos a semejanza del corazón mismo de Cristo (1 Juan 3:2-3).

El propósito de la vida descrito por Jesucristo:

En el principio, Dios creó al hombre para que disfrutara de (1) compañerismo con Él, (2) relacionarse con otros, (3) trabajar, y (4) ejercer dominio sobre la tierra. Pero al caer el hombre en el pecado, el compañerismo con Dios fue roto, las relaciones con otros son con frecuencia “ásperas”, el trabajo parece tener siempre sus lados negativos, y el hombre batalla para mantener un aparente dominio sobre la naturaleza, ya sea sobre el clima o sobre las malas hierbas en el campo o jardín. En los nuevos cielos y nueva tierra, el hombre estará involucrado nuevamente en todo esto, pero en un estado de perfección restaurada. Pero ¿cómo puede uno llegar a ser parte del grupo que llegará a los nuevos cielos y tierra? Y ¿qué debemos hacer por ahora? ¿Todo esto solo tiene sentido en la próxima vida cuando la maldición del pecado sea quitada? Jesucristo, el Hijo de Dios, dejó Su hogar celestial, tomó forma humana, aunque reteniendo su completa deidad, y vino al mundo tanto A PAGAR EL PRECIO POR NUESTRA VIDA ETERNA, como por el propósito en esta vida. Y por haber sido nuestra pecaminosidad la que separó a la raza humana de Dios, trayendo sobre nosotros la maldición, Mateo 1:21 dice que Jesús vino a “…salvar a Su pueblo de sus pecados.”

El propósito en la vida depende del origen de la raza humana:

Si fuéramos el resultado de una casualidad cósmica (evolución), entonces simplemente seríamos formas de vida biológicamente sofisticadas que se las han arreglado para alcanzar una conciencia propia. Nos desesperaríamos al no existir un mayor propósito en la vida que el de sobrevivir y prolongar la especie humana, hasta que tenga lugar el próximo accidente cósmico que lleve nuestra forma de vida a un grado superior. PERO, NO somos el resultado de un accidente cósmico. La verdadera ciencia comprueba el hecho de que la macro-evolución (la transformación de unas especies a otras diferentes) es una farsa. La evolución es falsamente llamada “ciencia” cuando de hecho no es repetible, ni observable, sino mayormente aceptada por fe, tanto como lo es la creación.

Mientras continuamos aprendiendo más acerca de la microbiología, aprendemos que es altamente improbable la posibilidad de formar aún la molécula de proteína más simple, necesaria para la vida, aún si se concedieran TRILLONES de años para que se diera la combinación casual de los aminoácidos en el orden correcto. Tampoco los registros de fósiles apoyan la teoría evolutiva. En las propias palabras de los evolucionistas, debe haber múltiples números de formas de vida transitorias que simplemente no han sido encontradas. Lo que sí registran los fósiles, es la corroboración de lo que Génesis, en su capítulo uno de la Biblia, declara; un importante número de diferentes especies que aparecieron al mismo tiempo y que la gran mayoría de estas especies, son las mismas que aún existen en la actualidad. Los cambios observados en pájaros y polillas observados en el siglo XIX, y citados como soporte de los cambios evolutivos involucrados dentro de una especie (micro-evolución), son algo ante lo que ni la Biblia ni los evolucionistas objetan. Así mismo, mientras aprendemos más acerca de la llamada célula simple, encontramos nuevamente lo que a lo largo del capítulo uno de Génesis se declara: que la vida es el resultado de la increíble sabiduría de un Diseñador y Creador. Porque no somos el resultado de un accidente cósmico, sino una creación de Dios. Sí, existe un propósito en la vida y Dios ya nos ha dicho cuál es.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Convertirse en cura después de haber hecho una vida

Un comunicador, un policía y un médico, hoy sacerdotes, cuentan por qué abandonaron sus profesiones.

El doctor que busca la sanidad interior
Jesús Alberto Pinzón, de 49 años, descubrió su vocación atendiendo a sus pacientes. Nació en un hogar católico de Neiva, fue acólito y estudió con los padres salesianos. Muchos vaticinaban que sería sacerdote, pero él no estaba seguro.
Estudió medicina en la Universidad Javeriana y la ejerció durante cinco años. En ese lustro se dio cuenta de que los males emocionales que sufren las personas suelen ser más graves que sus enfermedades. “Me dedicaba a escucharlos y a indagar sobre sus dolores y vacíos espirituales, con cariño y paciencia”, dice.
La inclinación que llegó a sentir de niño volvió a palpitar en su corazón; tanto, que decidió dejarlo todo y empezar de cero. “Fue un choque fuerte comenzar a estudiar teología y filosofía, dos cosas totalmente distintas a la medicina, que es una ciencia”, recuerda.
Renunciar a su sueldo y a la idea de formar una familia –en su época de médico tuvo dos novias– y separarse de sus padres y hermanos también fueron retos difíciles. Pero la paz que ha encontrado en los caminos de Dios es, según él, lo mejor que le ha pasado. “Llevo 17 años de ordenado y cada día me siento más convencido de seguir a Cristo”, añade Pinzón, párroco de la iglesia Santa Clara de Bogotá. Sin embargo, no se ha librado de su investidura de médico. Algunos de sus fieles le piden que les revise los exámenes o que les aclare conceptos de otros doctores. Él acepta. “Pero los remito a donde el mejor doctor que hay: Dios”, aclara.
El capitán que confiesa a los policías
Juan Gabriel Corredor es cura y capitán de la Policía. Prefiere que le digan ‘padre’, aunque le falta un año para serlo. Es diácono, el paso anterior a ordenarse.
“Una noche soñé que Cristo me tomaba de las manos y me apretaba, pero se retiraba. Sentí miedo y quedé en crisis”, dice Corredor, de 33 años –“la edad de Jesús”, aclara–, nacido en la desaparecida población de Gramalote (Norte de Santander).
Fue al psicólogo, pero no obtuvo respuestas satisfactorias. Empezó a interesarse por la Iglesia y a preguntarse por el sentido de su vida. Se acostumbró a leer la Biblia, a ir a misa y asistió a retiros espirituales. Todo eso mientras desempeñaba sus labores en la Policía (hacía un curso de investigación criminal).
“Seguía con mi novia –con la que llevaba un año– e iba de rumba, pero mi alma estaba cambiando”, confiesa. Con el tiempo entendería que era Cristo el que lo llamaba. “Fue muy raro. Nunca se me había pasado por la cabeza ser sacerdote y no era el más creyente. Soñaba con ser un gran oficial, casarme y tener hijos. Pero las cosas de Dios son así”, dice. Cuando decidió que sería sacerdote, lo primero que hizo fue hablar con su novia. Ella lo apoyó, al igual que sus amigos y familiares.
Pensó en renunciar a la Policía, pero se enteró de que hay un seminario para miembros de la fuerza pública. Allí empezó su formación religiosa. Era el 2007 y tenía 27 años.
Lidiar con el celibato no ha sido un problema, dice. “Es un don de Dios. Unos están llamados a ser castos y otros, a casarse. No tenemos hijos, pero somos padres de una comunidad”, explica.
Hoy, el ‘padre-capitán’, como le dicen sus compañeros, asiste al seminario y orienta a los uniformados. “Un policía sin Dios es un peligro para la sociedad”, enfatiza Corredor, quien recuerda que el lema de la Policía es, precisamente, Dios y Patria.
Ayudar a sus compañeros lo convenció de que ser un sacerdote-policía era su destino. “Los policías deben estar disponibles las 24 horas. Los problemas de las calles los absorben y su trabajo no les deja tiempo para la familia. Viven estresados”, comenta Corredor.
Sintió un pálpito antes de casarse
Efraín Mejía Gallego se ordenó en diciembre del 2012. A los 38 años, después de haber pensado en casarse y de llevar una vida de lujos, se convirtió en cura.
“Bailaba todos los días y amanecía tomando. Tuve muchas novias. Me gastaba la plata en viajes, ropa y comida, hasta que escuché a Dios”, cuenta este caleño, que hoy es párroco en el barrio Domingo Laín, de Ciudad Bolívar, y director de comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá.
Mejía, comunicador social de formación, cuenta que renunció al sueldo de más de 10 millones de pesos que tenía como consultor y a la mujer con que había soñado como esposa. Estaba organizando la boda cuando sintió una presión en el pecho que no lo dejaba tranquilo, “un pálpito”, dice. Entonces fue a una iglesia y le reclamó a Dios: “¿Qué hago, Señor? Me das una gran mujer y ahora me pasa esto”.
Un amigo sacerdote le aconsejó hacerle caso a la señal. Tras un retiro espiritual, le dijo adiós a su novia. Como tenía más de 30 años, visitó al arzobispo de Barranquilla, el hoy cardenal Rubén Salazar, y le dijo: “Tengo 38 años, quiero casarme, pero siento la necesidad de entregarme a Dios. Si me recibe, me hago sacerdote”. Salazar dijo sí y él se fue a un seminario español.
“Entregado a Dios y trabajando con la comunidad, mi vida tiene un sentido muy especial”, concluye.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Un graduádo con honores como ingeniero en tecnologías de la información y telecomunicaciones por la Universidad ¡Ahora sacerdote!

El P. José Valencia Gallegos, L.C nació el 6 de octubre de 1979 en la Ciudad de México. Se graduó con honores como ingeniero en tecnologías de la información y telecomunicaciones por la Universidad Anáhuac México Norte. En marzo de 2002 ingresó al noviciado de Monterrey de la Legión de Cristo. Emitió la primera profesión religiosa en 2004 y la profesión perpetua en 2007. Realizó sus estudios de humanidades clásicas en Salamanca, España. Es bachiller en filosofía y teología por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Fue promotor vocacional durante tres años en el sur de la Ciudad de México. Colaboró como auxiliar de la secretaría general de la congregación. Colaboró en la pastoral juvenil del Regnum Christi en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Roma por dos años. Actualmente es director de la sección de jóvenes del MovimientoRegnum Christi en el norte de la Ciudad de México.

Testimonio vocacional

Investigador medico “NUEVO” sacerdote de la LEGION DE CRISTO

El P. Alberto Carrara, L.C., nació el 7 de diciembre de 1980 en la ciudad de Padua, Italia. Ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en Novara, Italia, en 2004. Emitió su primera profesión el año 2006 y la profesión perpetua el año 2012. Estudió Humanidades Clásicas en Cheshire, Connecticut, Estados Unidos. Es diplomado técnico de laboratorio químico-biológico por el Instituto Europeo “Pietro Scalcerle”, doctor en biotecnología médica por la Universidad de Padua, licenciado en filosofía y bachiller en teología por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Desde el 2009 es miembro del Grupo de Investigación en Neurobioética promovido por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y la Cátedra UNESCO en Bioética y Derechos Humanos. Actualmente colabora como profesor asistente en la facultad de filosofía del Ateneo Regina Apostolorum y estudia el doctorado en antropología filosófica.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La historia del «Da Vinci ruso»: halló la fe en las matemáticas y murió en el gulag soviético

Pavel Florenski ha sido uno de los grandes eruditos que ha dado Rusia en los últimos siglos aunque el odio y las verdades destapadas por este polifacético pensador sobre la existencia de Dios irritara de tal modo a Stalin que ordenó que fuera enviado al gulag, fusilado y borrado de la historia.
Señalado por algunos como "el Leonardo Da Vinci ruso", Florenski fue científico, matemático, inventor, escritor, pintor, poeta, crítico, lingüista, docente y sacerdote.

Erudito en distintos saberes muy dispares entre sí vivió una conversión desde el ateísmo más radical a una fe de tal calibre que le llevó a ser uno de los teólogos que de manera más profunda ha penetrado en el misterio de la Santísima Trinidad, tal y como recogía un artículo de L´Osservatore Romano.

Esta tenaz lucha por la Verdad en la vida le llevó a conocer a Dios y también a dar su vida por él pues nunca renunció ni dejó de buscarla, ni durante la persecución en la Unión Soviética.
 
Ejemplo puesto por el Papa
Sin embargo, este hombre con una historia y biografía tan extensa y peculiar también tuvo una conversión a la altura de su vida. En la audiencia de los miércoles, poco antes de renunciar, Benedicto XVI le citaba como un ejemplo y aseguraba que “el Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen tragados por la secularización, como le ha sucedido al ruso ortodoxo, Pavel Florenski.

Después de una educación  completamente agnóstica, hasta el punto de sentir verdadera hostilidad hacia las enseñanzas religiosas impartidas en la escuela, el científico Florenski termina exclamando: ‘¡No se puede vivir sin Dios!’, y cambia completamente su vida, para convertirse en sacerdote”.

Por las matemáticas, hacia Dios
Y esta conversión se dio gracias precisamente a las matemáticas. Fue a raíz de esta ciencia dónde encontró a Dios y lo que le llevó hacía Él. En el orden que implican vio a un ser creador y precisamente vio claramente a la Santísima Trinidad.  Fue precisamente aplicando las matemáticas como llegó a esta conclusión.

El diario vaticano explica la teoría del pensador ruso, que no veía en los estudios matemáticos no sólo los números en sí mismos, sino sus relaciones. Por ello, se preguntacuáles son las relaciones que existen entre cosas que no tienen vida. 
Y se responde afirmando que éstas únicamente existen entre personas y si estos informes quieren ser eternamente válidos estas personas deben ser eternas, y así son sólo las tres personas divinas en un Dios.
 
Su búsqueda de Dios
Una vez que tuvo este encuentro con Dios y siendo ya un eminente matemático y científicoentró en la Academia Eclesiástica y se licenció en Teología en 1908. Dos años más tarde se casaba y en 1911 era ordenado sacerdote en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
 
Durante esos años tuvo gran influencia entre los universitarios moscovitas por su pensamiento filosófico, artístico, científico y teológico. 

Florenski seguía mostrando a Dios a través de las ciencias y también se empeñaba en responder la pregunta que hizo Pilatos a Jesús en el patíbulo: ¿qué es la verdad?


Para este ruso, “la verdad revelada es el amor, porque esto es Jesucristo y esta es la identidad de nuestro Dios: porque Dios es amor. Por eso, también el bien, si no se realiza como belleza, es decir, como el amor realizado, se convierte en un fanatismo que es capaz de aplastar al hombre e imponer  a la perfección del individuo como vanagloria, como orgullo. La verdad revelada es el amor y el amor realizado es la belleza”. Para Florenski la verdad realmente bella es la Iglesia, “comunión en Cristo muerto y resucitado”.
 
En la URSS seguía con el hábito
Mientras seguía con este apostolado llegó la llamada Revolución rusa y el triunfo del comunismo. A diferencia de otros científicos e intelectuales, Florenski no quiso dejar Rusia y prefirió estar junto a su pueblo. De hecho, él seguía vestido de sacerdote pese a las dificultades que podría causarle, y que años más tarde se consumaron.
 
Con dotes proféticos, en 1917 ya auguraba lo que se avecinaba: “tengo fe en que el nihilismo, cuando esté agotado mostrará su incapacidad, todo el mundo estará harto y se despertará el odio.  Y entonces, después de que esta ignominia haya fracasado, los corazones y las mentes, ya renovados, se dirigirán hacía la idea rusa, sin volver la vista atrás, hambrientos…”.
 
Durante estos años siguió con su obra teológica e investigadora. Se centró en el arte, la geometría y las matemáticas. De hecho, fue inventando cosas e incluso participó en la electrificación de Rusia.

Su alejamiento de la política le mantenía  a salvo pero su fe y la influencia de ésta en sus trabajos sí que le costaron muy caro.
 
La obra que le llevó al gulag
Durante esos años publicó entre otras cosas monografías sobre Dieléctricos y Arte Ruso Antiguo e incluso fue el autor del texto base para estudiar ingeniería eléctrica que se utilizó durante décadas. Pero fue más tarde cuando publicó su obra más importante, Los números imaginarios de la Geometría, en el que da una interpretación geométrica de la teoría de la relatividad de Einstein.

Ahí defendía que cualquier cuerpo que se moviera a mayor velocidad de la luz formaba parte de la geometría del reino de Dios. Este fue el pretexto para que fuera detenido, pues había muchos que le tenían muchas ganas.
 
Aunque había sido detenido ya en varias ocasiones de manera intermitente esta vez fue la definitiva. Incluso para salvar a otros detenidos junto a él se autoinculpó inventándose que había conspirado con el Vaticano.

Era 1933 y fue enviado a un gulag en las islas Solovetski.  Allí pasó cuatro años durísimos antes de que fuera fusilado sin juicio y sin pretexto en Leningrado.

Únicamente, había sido acusado de vulnerar el artículo 25 del Código Penal Soviético por “publicación de materiales contrarios al sistema soviético”.


 
Sin embargo, ni el gulag pudo con él. Durante sus años prisionero allí consiguió importantes descubrimientos científicos. En él tuvo la oportunidad de estudiar los hielos perpetuos y la cristalización del hielo lo que le permitió diseñar una cámara especial para su microscopio, convirtiéndose de este modo en uno de los pioneros de la microfotografía.
 
Unas cartas llenas de amor y esperanza
A pesar del control soviético, Florenski dejó también un increible legado con las numerosas cartas que envió a su familia desde el gulag. Cartas llenas de amor y de esperanza. De esperanza en un Dios, uno  y trino, que no es otra cosa que Amor. En ellas también habla a su hija de la Eternidad que a todos nos aguarda.
 
Florenski fue fusilado en 1937. Nunca se encontró su cuerpo y la URSS borró todo signo de este importante pensador, del Leonardo Da Vinci de siglo XX. No quedó ni su partida de bautismo.

Pero el comunismo no consiguió acabar con su legado. Sus discípulos y su familia lo guardaron y la prolífica obra de este fervoroso buscador de la Verdad quedó al descubierto tras la caída del muro y el fin de la URSS. Es ahora cuando se puede disfrutar de su amor a Dios y al hombre.

Mendel, Alberto Magno, Stenone…científicos con sotana: grandes descubridores y grandes olvidados

Todos conocen el nombre del monje católico Gregor Mendel, padre de la genética; solo algunos saben que Niccolò Stenone, obispo y beato, puso las bases de la geología moderna; poco tienen presente que muchos otros eclesiásticos católicos –y algún pastor protestante, pero ningún imán, ningún rabino, ningún, chamán, ningún brahmán hindú, ningún monje budista..- han sido la base de diversos campos de la investigación científica”.
 
Este es el motivo por el que Francesco Agnoli y Andrea Bartelloni han escrito un libro sobre el tema, llamado “Científicos con hábito. De Copérnico, padre del heliocentrismo, a Lemaître, padre del Big Bang” (ed. La Fontana di Siloe), en el que se destaca como en el origen de la ciencia experimental moderna haya sobre todo hombres religiosos para los que “estudiar la naturaleza no era otra cosa más que  tratar de leer el libro escrito por el Creador, ir a la búsqueda de sus huellas, de sus pasos”, pero “sin ninguna pretensión de poseer toda verdad, de reducir la causa primera a las causas segundas, de transformar la ciencia experimental en una fe, de hacer una metafísica omnicomprensiva”.
 
“Científicos con hábito” es la historia de algunos personajes que vivieron en la época un fuerte fe religiosa en un Dios trascendente y una gran pasión por la investigación empírica y científica para dar cuenta de la fecunda relación existente entre fe y razón.

Grandes méritos en sus campos
Muchos personajes son los que se cita, comenzando por Nicolás Oresme (1323-1382), obispo de Lisieux, que teorizó el movimiento rotatorio de la Tierra alrededor de su eje, siendo, por tanto, un precursor de Nicolás Copérnico, pasando después a Leonardo Garzoni, padre del magnetismo, y a Benedicto Castelli, experto de ciencia hidráulica, prosiguiendo con “el príncipe de los biólogos” Lázaro Spallanzani, primer naturalista de Europa, y  Buenaventura Corti, jesuita experto de física.
 
También, Luis Galvani, descubridor de la electricidad animal que, según Niels Bohr dio vida a una “nueva época en la historia de la ciencia”, el experto en mineralogía René-Just Haüy, el experto de fluidos Juan Bautista Venturi, sismólogos y meteorólogos como San Alberto Magno y el padre Andrés Bina, el padre de la microsismología Teodoro Bertelli, el micólogo don Santiago Bresadola, Georges Eduard Lemaître, sacerdote che teorizó el Big Bang.
 
Se termina con dos religiosos que todavía viven, y que, además, son entrevistados:Giuseppe Tanzella-Nitti, que se ha dedicado durante algunos años a la investigación científica en el campo de la radioastronomía y de la cosmología, y el físico don Alberto Strumia.
 
Se deshace así el mito por el cual el doblete sacerdotes-científicos “suena mal”. El problema es que los dogmas del positivismo, vinculados desde hace mucho a los ambientes liberales o a las dictaduras del siglo XX, dichos y repetidos infinidad de veces, han dejado mella en el imaginario colectivo, nutrido de una versión banal, incompleta y anti histórica del asunto Galileo”.