Se ha necesitado miles de formulas para dar con las
ecuaciones arquetípicas, aquellas que lejos de la complejidad que las
distingue, han transformado al mundo con revoluciones visionarias y
tecnológicas.
De los millones de lenguajes que existen, el de las
matemáticas es el más útil porque con él se ha podido interpretar lo que sucede
en la naturaleza. Las ecuaciones son formulas que relacionan las
características de algún fenómeno, desde el imperceptible mundo cuántico hasta
la inalcanzable inmensidad del universo observable. Aunque son falibles, esas
expresiones lógicas compuestas por símbolos y números han sido las responsables
del desarrollo de la tecnología con la que hoy vivimos. “Por fortuna no se
necesita ser un ingeniero aeroespacial para apreciar la poesía y la belleza de
una buena e importante ecuación”, dice el matemático ingles Ian Stewart, quien
está convencido de que las ecuaciones son la clave que traduce el conocimiento;
sin embargo, también reconoce que saturar con formulas una explicación sobre
algún descubrimiento científico podría ser engorroso, incluso para quienes
están acostumbrados a ellas.
Gramática
numérica
Las ecuaciones se ocupan tanto para comprobar un
dato conocido como para revelar uno desconocido. Según el contexto donde se
usen, permiten encontrar patrones de ciertas observaciones, hacer suposiciones
y replantear una fórmula para perfeccionar un cálculo. Las ciencias naturales,
como la biología, física o química, son las que mayormente dependen de ellas.
Por otro lado, las ciencias sociales las emplean también para realizar sus
ecuaciones cuantitativas, en especial la economía y la demografía.
Las formulas siempre se han derivado de problemas
prácticos; en sus versiones primitivas fueron utilizadas por las civilizaciones
antiguas para medir propiedades o controlar ganancias en los intercambios
comerciales. De manera progresiva se añadieron herramientas a las ecuaciones y
de este modo surgieron nuevas ramas matemáticas. Las figuras geométricas, por ejemplo, son unos
de los instrumentos más viejos; con ellas se pudieron calcular distancias de
terrenos, y con base en su simetría, construir artefactos y edificios estables.
Otra herramienta son las operaciones básicas –suma, resta, multiplicación y
división-, las cuales resultaron de la aritmética de los griegos antiguos y
ahora son imprescindibles en cualquier forma.
Selectas
y elegantes
Como en una carrera de relevos, los científicos
incorporan hallazgos y formulas previas en las teorías de sus disciplinas,
pusieron en duda algunas hipótesis y plantearon nuevas incógnitas. Antes de dar
con la ecuación ideal, hacían varios
borradores y probaban métodos que fueran efectivos para resolverla.
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