En la primera audiencia del proceso contra Paolo Gabriele, ex mayordomo del Papa, y el técnico informático Claudio Sciarpelletti, el Tribunal vaticano decidió procesar separadamente a los imputados —por robo grave al primero y por su supuesta colaboración en este ilícito penal al segundo—, rechazar todas las excepciones presentadas por la defensa y fijar para el martes 2 de octubre la segunda audiencia en la cual, como anunció el presidente de la Corte, Giuseppe Dalla Torre, será interrogado Gabriele y algunos testigos.
La audiencia del sábado, que duró poco más de dos horas, estuvo presidida por tres jueces laicos, encabezados por Dalla Torre, los cuales actuarán en forma colegial y siguiendo las formalidades del viejo código penal Zanardelli, en desuso en Italia, pero vigente en el Vaticano. Paolo Gabriele, principal imputado, estuvo presente en el aula, mientras que Sciarpelletti faltó a la audiencia a la que asistieron unas 30 personas.
En el curso de la audiencia se anunció que entre los testimonios que serán escuchados contra Paoletto, como llaman a Gabriele en el Vaticano, están los de monseñor Georg Gaenswein, secretario personal del Benedicto XVI quien, según versiones que circulan dentro de la casa pontificia, es uno de los grandes críticos del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, objetivo principal de las revelaciones contenidas en los documentos que Gabriele extrajo de la Casa Pontificia y origen del proceso en su contra.
La ayudante papal Cristina Cernetti y seis agentes de la gendarmería vaticana (Giuseppe Pesce, Costanzo Alessandrini, Luca Cintia, Stefano de Santis, Silvano Carli, Luca Bassetti) completan la lista de los ocho testigos —incluyendo a monseñor Gaenswein— que serán interrogados en las audiencias. El Tribunal hizo saber los nombres de los cinco testigos del proceso de Claudio Sciarpelletti, el mismo Paolo Gabriele, monseñor Carlo Maria Polvani, de la Secretaría de Estado, el vicecomandante de la Guardia Suiza William Kloter, así como Domenico Giani y Gianluca Gauzzi Broccoletti, jefe y miembro de la Gendarmería vaticana respectivamente.
El también llamado “Cuervo” llegó al aula del tribunal escoltado por algunos miembros de la gendarmería, pero sin ningún miembro de su familia. Siguió la audiencia aparentando una tranquilidad que las pocas imágenes difundidas por la TV vaticana desmintieron; ni siquiera cuando hablaba con su abogada defensora, Cristiana Arru, logró ocultar su nerviosismo.
Según los autos de la averiguación previa, Paolo Gabriele admitió no sólo su culpa, sino que sostuvo que detrás de sus ilícitas acciones estaba la voluntad de ayudar al Papa “a limpiar toda la suciedad” presente en la Santa Sede.
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