En México, las familias ya no son como antes sus lazos se estan disolviendo, ahora no hay trabajo fijo, profesión estable o vida planificada, vivimos una ausencia de valores, de líderes y de estructuras sociales
En los últimos meses los mexicanos estamos viviendo en la incertidumbre por efectos de la ¿Crisis económica que vive el mundo? Al menos eso es lo que nos han hecho creer nuestros gobernantes, sin embargo, mi percepción es que nuestro país no solo vive una crisis económica sino una crisis de desintegración social acelerada, que resulta peor que la crisis económica y por si no fuera suficiente, este tipo de crisis la hemos callado lo que equivale a exaltar el conformismo, ya que quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones.
Por otro lado, es justo reconocer que si bien es cierto que hemos avanzado en otros rubros, no menos cierto es que la sociedad mexicana en su conjunto ha sufrido un gran deterioro en materia cívica, por los pésimos resultados de una deficiente educación académica que se refleja en una falta de cultura política y de responsabilidad social de los ciudadanos para hacerle frente a sus compromisos personales o familiares, queriéndole endosar al Gobierno lo que les corresponde sólo a ellos, pero que algunos políticos populistas han aprovechado para llevar agua a su molino, auto nombrándose representantes de las inconformidades de los ciudadanos por aberrantes que éstas sean.
Por nuestra parte los ciudadanos hemos adoptado posturas muy cómodas por miedo; miedo de decir lo que sentimos; miedo de decir no, cuando debemos hacerlo; miedo de decir que sí, cuando vale la pena; miedo de intentar hacer algo por temor a lo que puedan pensar los demás y, sentimos culpa por lo que no hicimos, e impotencia por no tener el valor de hacerlo ahora y algunas veces nos consolamos diciendo: “bueno, la mayoría de la gente está igual” ( mal de muchos consuelo de tontos), aunque nos duela nuestro pasado. Pero seguimos teniendo miedo del futuro, olvidando por completo nuestro presente. Vivimos una gran ausencia de líderes y de estructuras sociales.
No somos conscientes de que en México las familias ya no son como antes, sus lazos se están disolviendo, los padres no están porque trabajan más que antes para vivir peor, los niños pasan largas horas en la escuela donde no hay una maestra que sea la segunda madre, tampoco hay muchos abuelos tías y tíos que proporcionen contención afectiva, apoyo y figuras de identificación y mucho menos instituciones que puedan orientar y sostener a los adultos. La lógica apunta a que nuestra sociedad se siga deteriorando de una manera vertiginosa, ahora no hay trabajo fijo, profesión estable o vida planificada, porque no hay modelos propios a seguir. Algunos no encontramos nuestra ubicación porque ese lugar lo tenemos que construir cada uno en lo particular, sin embargo, éste también es un ambiente propicio para desarrollar nuestra libertad individual, la consciencia de sí y la posibilidad de pensar por uno mismo y construir nuestro propio camino, es hora de dejar cobardías, sumergirnos en la aventura de nuestro futuro y de una buena vez, enfrentar la vida, no evadirla, vivirla intensamente porque sólo así podremos sentirnos satisfechos, aunque no logremos todo lo que aspiramos, recuerden que la única crisis amenazadora, es la tragedia de no querer luchar por superarla.
En lo personal, estoy cansado de los que sienten lástima de sí mismos. Basta ya de mediocridades e inmadurez, debemos enfrentar la realidad, sea cual sea, no busquemos perfeccionismo barato cuando en realidad no tenemos nada. México espera que luchemos por una meta, que salgamos adelante de los problemas, que sepamos valorar lo que tenemos, que sepamos lo que verdaderamente valemos aunque no lo aprecien los demás. Pero para eso, es necesario que despertemos a nuestra realidad por cruda que sea y nos demos cuenta de que la mayor y mejor parte de nuestra vida se nos está yendo entre el temor y la resignación y que pronto ya no tendremos la fuerza que en su momento no supimos aprovechar.
Debemos reconocer que esta realidad que nos confunde y nos llena de incertidumbre brinda también la oportunidad para encontrar nuestro propio ser a través del trabajo, parece complicado, más no imposible, sólo tenemos que cambiar la forma en que fueron educadas las anteriores generaciones bajo un paternalismo sin futuro, lo que sin duda nos sitúa en un camino lleno obstáculos para lograr nuestro objetivo, sin embargo, debemos aprovechar los momentos más optimistas para planificar nuestra lucha por una nueva vida, sin moldes a los que debamos adecuarnos porque sólo hallándonos libres de identificaciones con grupos o personas del pasado, podremos construir nuestro propio camino y desarrollar nuestras potencialidades
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