miércoles, 31 de diciembre de 2014

De diaconisa anglicana a católica evangelizadora: hoy difunde la espiritualidad de Ignacio de Loyola

Antonia Lynn fue una de las primeras mujeres en Inglaterra en ser ordenada diaconisa de la Iglesia Anglicana. Hoy es una laica católica, miembro del Ordinariato anglocatólico de Nuestra Señora de Walsingham y una apasionada de la espiritualidad ignaciana, que propaga a tiempo y destiempo. La guía de San Ignacio y un profundo amor por la unidad de la Iglesia con Pedro le llevaron al catolicismo.
 
Ella, que fue clériga anglicana, no cree que la Iglesia tenga autoridad para designar a las mujeres como sacerdotisas y menos mediante votaciones y mayorías: “San Juan Pablo II ya señaló que ni siquiera la Iglesia Católica tiene derecho a hacer ese cambio”, explica al relatar su testimonio a ReligionEnLibertad.
 
Su encuentro con la fe y el servicio
Antonia creció en una familia anglicana no practicante, y la fe no tenía relevancia en su infancia. Después, de adolescente madura y adulta joven, descubrió la fe y fue una anglicana practicante y entusiasmada, que estudiaba Clásicas en la universidad de Cambridge y después teología, siempre con ganas de compartir su creencia viva.
 
Después de terminar la universidad, su párroco anglicano la animó a explorar la posibilidad de ser diaconisa, que por aquel entonces era un ministerio laical en el anglicanismo británico, y ella aceptó. Hoy considera que “el papel de un ministro debería llegar a través de un llamado de la iglesia, porque su función es servir en relación con la comunidad a la que es llamado”. Así quiere marcar una diferencia con quienes podrían declararse llamados “directamente” por Dios, sin someterse a un llamado de la iglesia o a una relación de servicio con la comunidad.
 
“Fui admitida en el Orden de las Diaconisas –un ministerio laical- de la Iglesia de Inglaterra en 1984 y admitida para ser ordenada como Diácono Permanente cuando la ley cambió en 1987. Yo fui de las últimas mujeres en ser diaconisa y de las primeras en ser ordenada diácono”, explica.


El arzobispo anglicano Runcie en 1988, en la catedral de Canterbury,
con las quince primeras diaconisas ordenadas anglicanas


(El anglicanismo decidió en esos días dedicar el término femenino “diaconisa” para la antigua función laical, ahora poco demandada, y referirse a las mujeres “ordenadas” como “deacon” –diácono- en masculino o neutro - en inglés no está claro-. En ReL, en español, usaremos “diaconisa” para ambas funciones -laical u “ordenada”- en el caso de mujeres.)
 
Lo que hace una diaconisa
“Como diaconisa trabajaba con el clero parroquial: podía predicar, ayudar en la Eucaristía, conducir funerales, llevar la comunión a los enfermos y hacer trabajo pastoral y catequético. Mi experiencia –en otras parroquias quizá era distinto- es que un diácono anglicano por lo general hace lo mismo que uno católico”. Fue diaconisa en 3 parroquias y capellana de una escuela anglicana, hasta el año 2000, cuando se hizo católica.
 
“Añoro el sentimiento que tenía en esa época de ministerio anglicano al compartir la Palabra de Dios con otras personas, el 'juntar los corazones que se aman', como dice el Papa Francisco”, reconoce.
 
Pero ahora canaliza esa pasión de otra manera: “Hoy lo hago a través de la enseñanza, escribiendo, ayudando en el programa catequético de mi parroquia. Al ofrecer dirección espiritual puedo ayudar a otros a escuchar la Palabra de Dios única dirigida a cada uno”.
 
Ella sabe que como laica católica, desde el año 2000 ya no es pastora sino feligresa, aunque sigue ejerciendo “servicio” (que es lo que la palabra ‘diakonía’ significa). “Pido al Señor que me ayude a descubrir cómo dar servicio como católica sin un papel pastoral, y que me dé la humildad que necesito para recordar que yo ahora también soy una oveja”, comenta.
  
El papel de San Ignacio de Loyola
Antonia conoció la potente espiritualidad de Ignacio de Loyola al poco empezar sus funciones como diaconisa, porque se apuntó a unos ejercicios ignacianos, y eso cambió su vida. Fue “un tiempo poderoso que pasé con Dios”.
 
“Más adelante me formaría como directora espiritual y escogí una formación ignaciana porque quería saber más. Cursé los Ejercicios Espirituales completos, una experiencia que cambia la vida. Lo que más me atraía era la profundidad de la oración que experimentaba, una nueva relación con Cristo, más profunda, que inundaba mi predicación, todo mi ministerio. Pronto aprendí que la espiritualidad ignaciana trata de la contemplación en la acción, como dice nuestro Papa Francisco, jesuita: ‘misión, misión, misión’. Trata de ser libre y estar enamorado de Cristo para trabajar con Él en la construcción del Reino de amor de Dios. Trata de encontrar a Dios en todas las cosas y saber que Dios tiene un sueño y un llamado para cada uno. Ahora, uno de mis grandes privilegios en mi trabajo es acompañar a otros a través de ejercicios espirituales en la vida diaria y ver como ellos descubren todo esto por sí mismos”.
 
La unidad y la enseñanza con autoridad
Ya en su juventud, al poco de empezar a profundizar en la fe cristiana, a Antonia le asombró que hubiera tantos desacuerdos doctrinales entre cristianos. Después llegó a desagradarle que en ellos se gastasen tantas energías.
 
“Se ha dicho que la Iglesia Anglicana es una iglesia dirigida por un club de debates. Quizá suene poco amable, pero tiene parte de verdad. La Iglesia Anglicana nunca ha declarado tener una doctrina propia, sino que decía seguir la enseñanza histórica de la Iglesia universal. Pero la realidad es que los temas de doctrina se deciden o cambian por votaciones, sin importarles los obstáculos que eso cause a la unidad cristiana por la que Jesús oraba. Un ejemplo es la decisión de la Iglesia de Inglaterra de ordenar mujeres como sacerdotes, y ahora como obispos. San Juan Pablo II ya señaló que ni siquiera la Iglesia Católica tiene derecho a hacer ese cambio".
 
Antonia ha creído que la Iglesia se beneficia de la variedad de dones que hombres y mujeres le aportan, y que "en la historia del ministerio de la mujer en la Iglesia tenemos mucho para aprender". Pero eso no pasa por la ordnación sacerdotal. "Me entristece la división y el dolor continuo que traerá la reciente innovación de las mujeres obispo, y rezo por mis amigos anglicanos, por los que se felicitan y los que lo lamentan".
 
“El resultado es que se gasta la mayor parte de la energía en discutir y pelear –creo que ambos lados del debate lo admitirían- en vez de proclamar el Evangelio y trabajar por el Reino de Dios. Eso es sin duda una gran debilidad. Y duele mucho a todos los implicados. Yo no pude ver que eso pudiera ser voluntad de Dios ni obra del Espíritu Santo”.
 
¿Cuándo llega el momento de optar por el catolicismo? Antonia previene de que alguien se haga católico simplemente por enfadarse con la iglesia en la que esté, porque “traerá su desafección también a la Iglesia Católica” y recuerda que la Iglesia Católica es “como el Arca de Noé, llena de criaturas de todo tipo que no han elegido viajar juntas, es una Iglesia llena de pecadores con sitio siempre para uno más”.
  
“Lo que me ayudó personalmente fue hablar con personas que se habían hecho católicas y leer sus testimonios. Sobre todo, aprecié el apoyo de mi director espiritual y de amigos cristianos sabios, que me ayudaron a  discernir sin imponer su visión. Creo que lo más importante es orar: pedir a Dios que te ayude a ver si tienes un deseo profundo en tu corazón de ser parte de la Iglesia Universal, en comunión con la Sede de Pedro, y ver si ese deseo es más fuerte que lo que te impide cambiar. Renunciarás a mucho, así que prepárate para muchas penas además de alegrías. Pero si Dios te dio ese deseo que nada más puede llenar, Él te sostendrá”.


Keith Newton, que en 2010 aún era obispo anglicano, es hoy sacerdote católico y el ordinario de los anglocatólicos ingleses; junto al él, saludando al Papa Francisco, su esposa Gill y otros peregrinos ingleses

El papel del Pontífice 
Para Antonia el papel del Papa es importante. “El Papa es el vicario de Cristo en la Tierra yha recibido gracia del Espíritu Santo para proteger el Magisterio, es decir, para proclamar lo que ha sido creído ‘por todos, siempre y en todas partes’, por citar a San Vicente, frente a los retos de cada generación. A un amigo no católico, le explicaría que pese a nuestros desacuerdos los católicos nos mantenemos unidos por la fe y por nuestra relación con nuestro Santo Padre. Esto es algo que nunca entendí de verdad antes de hacerme católica”.

El asombro de los amigos 
El cambio al catolicismo asombró a algunas personas de su entorno, aunque no a todas. “Mis padres vivían ambos cuando fui recibida en la Iglesia Católica en el 2000; creo que estaban un poco tristes y preocupados porque dejaba la seguridad de lo que veían como un trabajo seguro en la Iglesia Anglicana, pero no creo que estuvieran muy sorprendidos. Espero que entendieran que yo seguía mi corazón y mi conciencia”.
 
“Algunas de mis relaciones anglicanas reaccionaron con bastante contundencia: aún hay mucho sentimiento anticatólico en Inglaterra, fruto de la historia del país, creo. Cuando alguien deja su comunidad cristiana para hacerse católico debe tener en cuenta que perderá algunos amigos en el proceso, y me consta por otros conversos.  El beato John Henry Newman dijo que nunca somos realmente perdonados por aquellos a los que dejamos. Pero a mí me emocionaron los buenos deseos de muchos amigos verdaderos, que aunque no compartían mis convicciones ni entendían mis razones fueron capaces de compartir mi gozo.”

La conexión ignaciana del Primado anglicano 
Dado que el Primado de la Comunión Anglicana, Justin Welby, tiene también afinidades por la espiritualidad ignaciana y se relaciona con un movimiento carismático ignaciano, Camino Nuevo, preguntamos a Antonia, como experta en los Ejercicios de San Ignacio –los imparte en distinto grado a católicos y protestantes en Inglaterra, y hasta a luteranos en Suecia, que visita a menudo- qué puede suceder.
 
“Creo que aprender a orar con San Ignacio puede ayudar a cualquiera a encontrar la voluntad de Dios sobre él, y a elegir lo que dé mayor gloria a Dios, y esa es mi esperanza para el arzobispo Welby”, declara.

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