“Ambas tienen puntos en común, las dos comparten objetivos y las mismas herramientas y las dos tienen mucho que aprender el una de otra”, afirma este sacerdote jesuita.
Durante años, Guy Consolmagno ha trabajado sobre la relación entre la ciencia y la religión. Es astrónomo y científico. Licenciado y doctor, estudió en el MIT y en Harvard. Es uno de los jesuitas que viven en Castel Gandolfo, donde el Vaticano tiene uno de sus observatorios.
Dice que, aunque la mayoría de los científicos no hablan de religión, ese tema siempre está presente en sus pensamientos.
En su oficina está rodeado de telescopios y restos de meteoritos. Admite que a los científicos les cuesta reconocer sus creencias religiosas. Pero, repite una y otra vez, no dejan de darle vueltas para intentar comprender algo que es superior a ellos mismos.
“Parte de la idea de que este Universo obedece a unas reglas, sigue las reglas, juega limpio con nosotros. Eso nos lleva a preguntarnos inmediatamente de dónde procede este universo y a asumir que nosotros hemos sido también creados”, asegura el astrónomo.
Guy Consolmagno considera muy emocionantes las últimas investigaciones sobre el bosón de Higgs, a la que se ha denominado también como la ´partícula de Dios´.
“A veces las respuestas que se obtienen no son exactamente lo que esperas, y eso es lo que sucedió con el bosón de Higgs. No tiene la energía que pensaban que iba a tener. ¡Es sensacional! Esto significa que hemos aprendido algo nuevo”.
En su breve visita a Roma participó en la conferencia TEDx sobre la libertad religiosa. Y resumió con una frase la relación entre religión y ciencia: ¡Prepárate para una sorpresa!
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