La ejecución en una cruz puso en entredicho todas las pretensiones de Jesús. La cruz parecía dejar las cosas claras: Jesús había sido un hombre bueno y justo quizás, pero un hombre iluso totalmente equivocado. Si de verdad Jesús tenía razón al anunciar un mensaje de salvación a los hombres, al garantizar el perdón a los pecadores y al invocar a Dios como Padre, solo Dios lo podía decir. Si en Jesús se encerraba algo único, solo Dios lo podía confirmar. Y lo ha hecho resucitando a Jesús de la muerte.
La resurrección de Jesús es la mejor noticia que podíamos recibir los hombres. Es la resurrección de Jesús la que sostiene y da sentido a nuestra fe. “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe_ Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres. Pero no, ¡Cristo resucitó de entre los muertos!” (1 Co 15, 14-20).
La resurrección de Jesús ha sido el acontecimiento decisivo para la fe cristiana. A partir de la resurrección, los cristianos creemos enDios con una luz nueva, vivimos nuestra fe en Jesús con una profundidad nueva, comprendemos nuestra existencia y nos enfrentamos a ella con una esperanza nueva. Vamos a tratar de comprender un poco la novedad que nos aporta la resurrección de Jesucristo.
1. UNA FE NUEVA EN DIOS, PADRE DE JESUCRISTO
A partir de la resurrección de Jesús, los creyentes podemos creer en Dios con una luz nueva.
Dios, fiel a sus promesas
Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que Dios es fiel a sus promesas. Dios es incapaz de abandonar en la muerte al que le invoca con fe, como Padre. Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que Dios no abandonará a los hombres, no defraudará nunca la esperanza que los hombres pongan en El, no permitirá jamás el fracaso final de aquellos que le invoquen como Padre. En Cristo resucitado, Dios se nos descubre como un Padre fiel a sus promesas de salvar al hombre, un Padre dispuesto a salvar al hombre por encima de la muerte.
Dios, vencedor de la muerte
En Cristo resucitado descubrimos que Dios es capaz de resucitar lo muerto. Dios no es solamente el Creador. Dios es un Padre, lleno de amor y de vida, capaz de superar el poder destructor de la muerte y dar vida a lo que ha quedado muerto (Ef 1, 18-20).
Se entiende la fe de los primeros creyentes que mantienen su esperanza en medio de esta vida en que todo camina, de alguna manera, hacia la muerte. “No pongamos nuestra confianza en nosotros mismos sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Co 1, 9).
Dios, futuro del hombre
Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. Dios no quiere la muerte sino la vida de los hombres. Al resucitar a Jesús, Dios se nos descubre como Alguien que no permitirá que una vida humana vivida en el amor termine en el fracaso de la muerte. Dios es el futuro que le espera al hombre que sabe amar.
Los primeros cristianos han vivido convencidos de que Dios no permitirá jamás que un hombre que ha vivido como Jesús, desde el amor y para el amor, entregado al Padre y a los hermanos, termine su vida en la muerte. Así escribe uno de ellos: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos” (1 Jn 3,14)
Dios protesta contra el mal
Al resucitar a Jesús, Dios se nos descubre como Alguien que no está de acuerdo con nuestra existencia actual, llena de sufrimientos y dolor, y destinada fatalmente a una muerte que rompe todos nuestros logros y proyectos.
Todavía más. En Cristo resucitado. Dios se nos descubre como Alguien que no está conforme con un mundo injusto en el que los hombres somos capaces de crucificar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Al resucitar a Jesús, Dios nos descubre su reacción y su protesta final ante un mundo de injusticia y de violación de la dignidad humana. Así predicarán los primeros creyentes: “Vosotros lo matásteis_ pero Dios lo resucitó” (Hch 2, 23-24).
2. UNA FE NUEVA EN JESUS, RESUCITADO POR EL PADRE
A partir de la resurrección, los creyentes vivimos con una fe nueva nuestro seguimiento a Jesús.
Jesús, nuestro Salvador
En la resurrección descubrimos los cristianos que Jesús es nuestro único Salvador. El único que nos puede llevar a la liberación y a la vida. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12).
El mensaje de Jesús tiene un valor muy distinto al que puedan tener los mensajes de otros profetas. La actuación salvadora de Jesús tiene un valor muy distinto al que pueden tener las de otros liberadores. Dios no ha resucitado a cualquier profeta o a cualquier liberador. Dios ha resucitado a Jesús de Nazaret.
En la resurrección de Cristo hemos descubierto que nuestra vida tiene salida. Hay un mensaje, hay un estilo de vivir, hay una manera de morir, hay Alguien que nos puede llevar hasta la vida eterna: Jesucristo. “A éste le ha exaltado Dios con su derecha como jefe y Salvador” (Hch 5, 31).
Jesús, Hijo de Dios vivo
La resurrección nos ha descubierto que la muerte de Jesús no ha sido una muerte cualquiera. Su muerte ha sido el paso a la vida de Dios. La resurrección nos ha descubierto que Jesús no era un hombre cualquiera. Dios, realmente es su Padre. Un Padre del que Jesús recibe toda su vida. Por eso, Jesús no ha quedado abandonado en la muerte.
A partir de la resurrección, los cristianos creemos en Jesús, el Hijo de Dios vivo, lleno de fuerza y creatividad, que vive ahora junto al Padre, intercediendo por los hombres e impulsando la vida hacia su último destino (Hb 7, 25; Rm 8, 34).
Jesús, vivo en su comunidad
Si Jesús ha resucitado no es para vivir lejos de los hombres. El Resucitado está presente en medio de los suyos. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Los cristianos creemos que Cristo vive en medio de nosotros. No estamos huérfanos. Cuando nos reunimos dos o tres en su nombre, allí está El (Mt 18, 20). La Iglesia no es una organización solitaria, una comunidad que camina sola por la historia. Es el “cuerpo de Cristo” resucitado. Es Cristo resucitado el que anima, vivifica y llena con su espíritu y su fuerza a la comunidad creyente (Ef 4, 10-12).
El encuentro con Jesús vivo
Jesús resucitado no es un personaje del pasado. Para los cristianos, Cristo es Alguien vivo que camina hoy junto a nosotros en la raíz misma de la vida (Jn 14, 13-14). Creemos que Jesús no es un difunto. El actúa en nuestra vida, nos llama y nos acompaña en nuestra tarea diaria (Lc 24, 13-35).
Por eso, creer en el Resucitado es dejarnos interpelar hoy por su palabra viva, recogida en los evangelios. Palabras que son “espíritu y vida” para el que se alimenta de ellas (Jn 6, 63). Creer en el Resucitado es verlo aparecer vivo en el último y más pequeño de los hombres. Es decir, saber acoger y defender la vida en todo hermano necesitado (Mt 25, 31-46).
Realismo
Los creyentes han sido acusados con frecuencia de irrealismo La única postura válida y realista será enfrentarse a la realidad presente sin soñar con un futuro que todavía no existe y que no sabemos si existirá alguna vez.
Los cristianos creemos que la única manera realista de acercarnos a la vida es tomando en serio todas las posibilidades que se hallan encerradas en la historia de los hombres. El creyente se acerca a la realidad como algo inacabado, algo que está en camino de realizarse, algo que está en construcción. El que se aferra a la realidad tal como es, el que se instala y se establece en esta vida tal como actualmente es, no es realista pues excluye el futuro, niega el porvenir y, por lo tanto, niega las posibilidades que encierra la historia de los hombres. Solo desde la esperanza cristiana buscamos nosotros un significado pleno a la vida.
Bibliografía
K. LEHMANN, Jesucristo resucitado, nuestra esperanza
(Santander, 1982). Ed. Sal Terrae.
Obra sencilla donde de forma meditativa, pero profunda, se nos presenta a Cristo resucitado como fundamento de nuestra esperanza.
G. LOHFINK, A. VOGTLE, R. SCHNACKENBURG, W. PANNENBERG, Pascua y el hombre nuevo
Diversos artículos de interés sobre el significado de la Pascua y su importancia para el hombre actual.