Pocas veces el cara a cara entre los número dos ha levantado tanta expectación y su desarrollo puede tener tanta repercusión en el resultado electoral del 6 de noviembre
De un lado, el demócrata Joe Biden, quien se asegura que llevaba el rosario en la mano el día en que como vicepresidente siguió en la«Situation Room» la caza de Bin Laden. De otro, el republicanoPaul Ryan, alguien quien de niño hizo de monaguillo en la parroquia de su barrio. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, dos católicos se enfrentan en uno de los debates presidenciales, el protagonizado esta noche (comienza a las 3 de la madrugada hora peninsular) por los candidatos a vicepresidentes.
La religión que al tiempo que les une también les separa: el congresista por Wisconsin Ryan es practicante, defensor de ladoctrina de la Iglesia en materia de aborto y homosexualidad; el que fue muchos años senador por Delaware, Biden, recibe con menor frecuencia los sacramentos, ampara el aborto y defiende el matrimonio gay. Ryan puede decir que su contrincante se aleja del catolicismo en esas cuestiones, pero Biden alega que es el republicano quien se desmarca de la doctrina social de la Iglesia, con sus propuestas de recortes presupuestarios. De fondo, el voto de los católicos, que constituyen el 27% del electorado y que de una ligera inclinación histórica hacia los demócratas han pasado a alinearse cada vez con el voto mayoritario..
Candidatos «subrogados
La paradoja es que en la gran noche de sus carreras políticas, ambos candidatos no van a defender sus propias visiones, sino la de sus jefes de candidatura. Para Obama, que verá el debate a 30.000 pies de altura, en vuelo de regreso de Florida, es esencial que Biden trunque la tendencia al alza de la campaña republicana, que Mitt Romney impulsó con su nítida victoria en el debate de la semana pasada. Para Romney es decisivo que Paul Ryan prolongue el «momento» en que se encuentra su apuesta para la Casa Blanca. Obama y Romney no tendrán su segundo cara a cara hasta el próximo martes.
Sobre todo será un choque entre visual entre un candidato mayor (Biden está al borde de los 70 años) y uno joven (Ryan cuenta con 42). El republicano celebraba su segundo cumpleaños cuando el demócrata llegó al Senado. Los demócratas cuentan con el apoyo mayoritario de los jóvenes, pero en esta ocasión su movilización es menor que cuando hace cuatro años se volcaron en la elección de Obama. La juventud de Ryan puede atraer a parte de los desencantados.
Los riesgos de cada cual
Obama y Romney seguirán seguirán la confrontación con los dedos cruzados: el presidente, para que Biden no cometa una de sus frecuentes meteduras de pata; el exgobernador de Massachusetts, para que la brillantez de Ryan no le lleve por vericuetos electoralmente comprometidos (experto en cuestiones presupuestarias y en reforma de la sanidad, tiene fácil referirse a aspectos con los que Romney no cuenta).
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