viernes, 13 de julio de 2012

El Plan Maestro para destruir a la Iglesia Católica



Capítulo I: El Masterplan.
Según el Masterplan, la Iglesia debe estar “arruinada” para el año 1980. Me he animado a publicarlo porque estoy seguro que ayudará a abrir los ojos a muchos sacerdotes y buenos cristianos antes de que sea demasiado tarde. ¡Alerta amigo! Alguien trabajará muy contra la Iglesia. ¡Abre tus ojos! No duermas que el diablo está despierto. El “Masterplan” parece algo perfecto.
Hecho el plan, lo segundo es cómo llevarlo a cabo paso a paso y lo tercero quién lo va a realizar.
Capítulo II: Sustituir la Iglesia Católica por la llamada Iglesia Universal.
El Masterplan señala como principio que : de todas las Iglesias que se llaman cristianas, el bloque más firme, el que mantiene a todas, es la Santa Iglesia Católica, una vez que ésta se tambalee, toda la cristiandad caerá por su propio peso. Hay que quitarle el nombre de Santa, porque esto está llamando constantemente la atención sobre Dios, es algo sagrado, y esto sobra. Y para quitarlo es fácil, basta insistir en que una Iglesia Santa ofende a los hermanos protestantes, y por lo tanto, los católicos no deben insistir en eso.
Y así de fácil, para el año 1980 nadie dirá: Una, Santa, etc. Otra palabra que sobra es “Católica,” porque está muy arraigada con la adoración a Dios, a Cristo, y a la  -veneración de la- Virgen, y eso hay que derrumbarlo. Para hacerlo bastaría sustituir “Católico” por “Universal,” al fin y al cabo es lo mismo, parece que dice lo mismo, pero se quita el sabor sagrado de adoración a Dios y a Cristo que lleva el nombre católico, En el año 1980 quedaría en todo el mundo así la “Iglesia Universal” con todas las iglesias unidas, donde quedarían incluidos también los judíos, los musulmanes, hindús, etc. El primer mandamiento de esta “Iglesia Universal,” y el único, sería: “amar al prójimo como a ti mismo. “¡Porque este seguiría existiendo un Dios toda bondad! ?
Pero un Dios que es tan bueno que no castiga; y como no puede castigar, todo el mundo se olvidará de El muy pronto. Porque el Dios que no infunde respeto, que no se le teme, la gente lo olvida. Pero todo esto, repito, es el fin del plan. El plan debe ser cosa sencilla, quitar cosas “poco importantes”, sembrar una “piedad falsa de compasión” para los no católicos, acercarse a los no católicos, abrir las puertas de la iglesia a los que no lo son, quitar las cosas ” sin importancia ” que los pueda herir.
Capítulo III: El Amor, el amor al prójimo… sin amor a Dios
Por supuesto es el fin del Masterplan. Pero muchos años antes hay que empezar con cosas pequeñas, más simples. Es un plan que dura 25 años, hay que tener paciencia, constancia y, sobre todo, conseguir la colaboración de los Obispos, los Sacerdotes y los buenos católicos. Siempre en el nombre del “amor”, de la “caridad”. Aunque esta palabra “caridad” también sobra, porque habla del prójimo, pero está ligada también con el amor a Dios, a Cristo, y con el amor a la Virgen y a los Santos. Así es que nada de “caridad”, sólo “amor”. Será muy fácil sustituir una palabra por otra, porque dicen lo mismo, y además, amor es más moderna, más inteligible al pueblo y puede unir más a todos. Quizás ahora, querido amigo, no se percate de la trascendencia incalculable de este plan. Estoy seguro que según vaya conociendo los detalles se dará cuenta de que es sencillamente diabólico, que conduce a destronar a Cristo y a la destrucción de la Iglesia de Cristo, es definitiva, porque el amor al prójimo no puede existir sin la base esencial del amor a Dios, como muy bien reconoce el Masterplan.
El Masterplan dice que también sobra la palabra “piedad”, que hay que sustituirla por la palabra “comprensión”, que dice lo mismo en relación a los hombres, con los hermanos, pero que no conlleva el significado de unión con Dios, con Cristo, con la Virgen, etc. Será fácil: hay que insistir en que eso de “piedad” suena beato, a gente hipócrita, a gente sin carácter; hay que decir que “piedad” suena a vieja que no tiene nada que hacer y que va a pasar el tiempo en la Iglesia.
La esencia del Masterplan es increíblemente sencilla. Consiste en implantar el amor y adoración al hombre y quitar el amor y adoración a Dios. El Masterplan razona así: una vez que haya desaparecido el amor a Dios, los hombres no se pueden amar, sino se odiarán. Así es que la meta consiste en modificar el primer mandamiento de la Ley de Dios que dice “amar a Dios sobre todas las cosas, con todo tu corazón y con toda el alma y con toda tu mente”. El plan es muy atrayente porque se hace todo en nombre de una gran causa: “del amor al prójimo”. Y con este lema, nada menos que en nombre del “amor” se consigue fácilmente la colaboración sincera de buenos católicos, de Sacerdotes y de Obispos, para tratar de terminar con el amor a Dios, con el amor a la fuente de todo amor. En nombre del amor se trata de conseguir el odio a la esencia del amor a Dios.
Capítulo IV: ¡Fuera Sotanas y Hábitos!
Lo primero del Masterplan es quitar de la gente las cosas externas “sin importancia”. Los primeros años se dedicarán a que las gentes no usen las medallas, ni los escapularios… que los ¡sacerdotes y monjas dejen de usar hábitos! , etc. Todas estas cosas externas “sin importancia”, dice el Masterplan, pero son testimonio de vidas que constantemente mantienen en el ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y eso es lo primero que hay que quitar. Hace 20 años el Masterplan planeó quitar estos hábitos porque son testigo de vidas que se dan a Dios. Cada hábito de una monja en la calle era un grito de vida entregada al amor de Dios, era el grito silencioso, pero constante, de que Dios y Cristo existen en el siglo XX, de millares de personas dispuestas a sacrificar su única vida por amor a Cristo. El Masterplan lo planeó bien y se siente orgulloso de haber usado nada menos que al Concilio Vaticano II para llevarlo acabo. El plan era empezar a decir que los hábitos son cosas anticuadas; en segundo lugar divulgar la idea de que vestidos de seglares los sacerdotes y monjas se pueden introducir e infiltrar en ambientes que con el hábito eran una barrera que separaba a los “hermanos” protestantes de los católicos.
El Masterplan ha tenido sin duda gran éxito. Ya no se ven monjas ni sacerdotes en las calles, ni en ninguna parte. esta es la primera parte del plan. La parte final del plan es conseguir que no existan de verdad. El Masterplan espera que la gente se olvide de la figura del sacerdote y de la monja; al no verlos está seguro que la juventud va ignorar su existencia y al ignorar su existencia a nadie se le va ocurrir ni pensar en la posibilidad de hacerse sacerdote o monja.
Hermanos Maristas en principios del siglo XX
Hermanos Maristas a finales del siglo XX
Capítulo V: ¡Que Se Casen los Sacerdotes!
El segundo objetivo del Masterplan es conseguir que los sacerdotes se casen. Si los sacerdotes se casan es lo mismo que si no hubiera sacerdotes. Dejará de existir la figura del hombre que sacrifica toda su vida por Cristo. Cualquiera podrá ser sacerdote, y si lo es cualquiera, es lo mismo como si no lo fuese nadie. En esto el Masterplan ha tenido poco éxito, pero espera tenerlo en abundancia antes del año 1990. Espera usar el año santo de 1975 para ello. Más adelante veremos a las personas que ha usado y sigue usando el Masterplan. Es increíble, pero sin duda es una audacia de lo más fino, nos están usando a ti y a mí, querido lector; están usando a los buenos católicos, a los sacerdotes, a las monjas, a los Obispos… realmente increíble… usar al buen sacerdote para destruir el sacerdocio…pero ya lo veremos esto con detalle más adelante.
Capítulo VI: ¡Las Monjas a la Calle!
El plan contra los hábitos es también sacar a las monjas de sus claustros. La idea es la misma. Insinuar que los “hermanos” de la calle las necesitan, que una carmelita puede hacer mucho bien curando enfermos y llevando escuelas, etc. Realmente, como pueden ver, el plan parece estupendo, cautiva al más inteligente. ¿Quién no se va a conmover ante una llamada urgente del amor al prójimo, de asistir al que sufre, al que llora, al que necesita, si es el mismo Cristo el que sufre y el que llora cuando sufre y llora el “hermano?”.
El Masterplan está teniendo gran éxito en esto. Muchas clausuras ya no son clausuras. Estos monolitos de amor a Dios están dejando de existir. El masterplan quiere destruirlos del todo, porque sabe muy bien que son ¡hogueras ardientes de amor a Dios y Cristo! Porque sabe muy bien que estas almas enterradas en vida por Cristo son el fuego que alienta a la cristiandad. Al salir a la calle desaparecerán esos fuertes infranqueables; al vestirse de seglares pronto se darán cuenta de que se puede “amar” mejor al “hermano” no siendo monja. El Plan está trabajando muy bien. El final es poner al hombre en el pedestal de Dios. El hombre es Dios ; Dios no existe, no hay que adorarlo, no hay que sacrificar una vida entera por Dios, sino por el hombre que es el verdadero Dios.
Mientras haya conventos de clausura habrá castillos invencibles de amor a Dios, y su destrucción es esencial para implantar el primer mandamiento como “amor” al prójimo y olvidarse del amor a Dios. Querido sacerdote o Monja: por favor… por amor a Dios, pónganse otra vez su sotana y su hábito. Cada paseo que dé por la ciudad está gritando el amor a Dios y al prójimo cien mil veces mejor que con mil discursos o con mil “obras” de caridad; será un testimonio viviente del amor de Cristo que sigue existiendo realmente en la vida de ustedes. Y siéntase orgulloso de ser lo que es, y demuestre al mundo que se siente orgulloso de serlo.
A mi hijo de seis años lo llevé a una escuela católica de monjas que visten de seglares; lo presenté a la directora y mi hijo le preguntó: ¿porqué Ud. no se viste de monja? La directora se puso más roja que un tomate, y no contestó nada… y a mi hijo… después de dos años, ya se le había olvidado eso de que existen monjas. Para él, sólo hay “maestras”… como si Dios hubiera dejado un poco de pasear por las escuelas.
Capítulo VII: Cosas sin Importancia: Medallas, Rosarios, Escapularios
Como se hablaba en el capítulo anterior, lo primero del Masterplan consiste en quitar de la gente las cosas externas, diciendo que son “sin importancia,” que ofenden la sensibilidad de los ” hermanos” no católicos. Ya vimos el ataque del Masterplan contra los hábitos; también un plan para hacer que las personas dejen de usar medallas, los escapularios, los rosarios, etc.
El Masterplan considera todo esto “importantísimo,” porque estas cosas que parecen sin importancia son las que tienen un ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y a Ellos hay que destronarlos del ambiente. En cuanto al escapulario y las medallas es fácil, dice el Masterplan: hay que insistir en que son cosas de beatos, cosas externas, cosas “sin importancia”, pero que ofenden las ideas de los “hermanos” protestantes; por lo tanto será mejor dejarlas, no usarlas, y así los protestantes se acercarán a la Iglesia más fácilmente.
Hasta el año actual este plan ha funcionado. El escapulario lo trajo la Virgen en el año 1261 cuando apareció en Londres a San Simón Stock, prometiéndole lo más que se puede prometer: la Virgen Stma. prometió que el que muriera con el escapulario puesto no iría al infierno. No se puede prometer más por hacer menos; promete el Cielo al que muera con su vestido, con el escapulario. Es algo incomprensible, cosas de una Madre, himnos de amor. Pero es cierto. La Virgen lo prometió sin más condiciones, sin ninguna exigencia, sencilla, impresionante: “el que muera con mi escapulario irá al Cielo.”
Yo soy médico y tengo bien aprendida, por experiencia, la lección de la muerte. Sé que tengo que morir, sé que todos tenemos que morir. Sé que tus manos, querido lector, se van a morir un día, tus ojos y tu corazón. Y sé, y tú también lo sabes, que se pudrirán y olerán tan mal que tus mismos familiares lo enterrarán, tus mismos hijos o tus mismos padres tendrán que hacer desaparecer tu mismo cuerpo bajo la tierra, porque nadie soportará su podredumbre. Si después de muerto ganaste el cielo, hiciste todo lo que tenías que hacer en la tierra. Si vas al infierno… te hiciste el tonto en esta vida. Si Kennedy y Cristóbal Colón están en el Cielo, todo lo hicieron bien en su vida; si están en el infierno, hicieron sencillamente el idiota en esta vida, aunque tuvieron muchos honores, muchas riquezas y mucho poder. ¡Ganarse el Cielo es el fin de la vida de cada persona! El que al final se salve sabe, el que no, no sabe nada. Pues la Virgen María hizo el ofrecimiento más inaudito en la historia de la humanidad: “el que muera con Mi escapulario no irá al infierno” ,o lo que es lo mismo, irá al Cielo.
Más de treinta Papas han recomendado el escapulario, lo han usado, lo han propagado con las palabras más bonitas que el vocabulario humano permite.
Cientos de miles de sacerdotes y Obispos lo han recomendado ardientemente por siete siglos y lo han usado millones de católicos. Y, de repente, como por magia, hoy día nadie habla de él. Va uno a conseguir un escapulario a las Iglesias católicas y no hay; los Carmelitas tampoco tienen escapularios, ni siquiera se molestan en hacerlos. Como por magia no hay escapularios; como sino valiera para nada ; como si fuera cosa de beatos. Realmente el Masterplan parece que ha tenido éxito en cuanto a esta cosa “sin importancia”, en cuanto al escapulario. Y, sin embargo, el escapulario sigue siendo el arma sencilla de Nuestra Madre, el mimo más cariñoso de la Virgen para sus hijos. ¡Querido amigo católico!: Te lo dice tu Madre, la Virgen María, la Madre de Dios; te lo dicen más de treinta Papas, incluido el actual Paulo VI (refiérase al año en que fue escrito el original). ¡No te dejes engañar por las astucias diabólicas del Masterplan! Que te llamen “beato”…pero gánate el Cielo!
Capítulo VIII: ¡Asalto a la Misa!
La Santa Misa tenía que ser objeto del Masterplan. No trata de desplazarla de una vez , porque eso sería imposible; pero tiene un plan de ataque especialísimo.
Capítulo X: Los Ejecutores del Masterplan…
El Masterplan es diabólico. Se dice que hay ya más de 1.300 sacerdotes católicos que realmente no son católicos, sino comunistas ordenados de sacerdotes. Pero estos no serían los reales ejecutores del Plan. Los ejecutores del Masterplan serían los reales católicos que se dejan engañar. Los buenos Obispos y los buenos sacerdotes y las buenas monjas de verdad que se dejan engañar por el “slogan” de “amor al prójimo”. Tú y yo, querido amigo católico, son los que quiere usar el Masterplan para llevar a cabo sus objetivos. A ti y a mí nos quieren embaucar con medias verdades que son las peores mentiras, para que implantemos en el mundo amor al prójimo, sin el amor a Dios. a ti y a mí nos quieren usar para suplantar a Dios por el hombre; para que adore al hombre y se olvide a Dios; para que se ame a la mujer y se olvide a la Virgen. Todo con la esperanza de que, faltando el amor a Dios, se destruirá el amor al prójimo y se hundirá la Iglesia de Cristo.
Te dirán que se puede ser Masón y Católico a la vez;¡mentira, no les hagas caso! Te dirán que se puede ser Católico y a la vez espiritista; ¡mentira, te están engañando! yo conozco a muchos que ya se han dejado engañar en esto. Te dirán que Cristo es bueno, pero que los sacerdotes y la Iglesia no los son; ¡mentira disfrazada! ¡Es una media verdad…que es la mentira más mala! Ya nos previno Cristo que los hijos de las tinieblas son más audaces que los hijos de la luz. En ocasión muchos hijos de la luz se han dejado engañar por los hijos de las tinieblas.¡Alerta, amigo, no te dejes tú engañar! Pero Cristo también nos dijo que estaría con su Iglesia hasta la consumación de los siglos, y que las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella… y que el cielo y la tierra pasarán, pero “Mis palabras no pasarán.”

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