martes, 8 de julio de 2014

Dos nuevos sacerdotes (Un medico cirujano y un corredor de bolsa) se incorporarán al presbiterio de la Diócesis de Cartagena

Los diáconos D. Galo Leonel Coronell Hernández y D. Pedro José González Najas, pertenecientes alSeminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater, fueron ordenados sacerdotes por el Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes. La celebración tuvo lugar el sábado, en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de La Unión .

D. Galo Leonell Coronell, de nacionalidad colombiana, sintió la llamada del Señor en Barranquilla tras comprobar, trabajando como cirujano en un hospital, que “la medicina se quedaba corta a la hora de salvar a los hombres”. Meses después de curar a una chica joven, que se había provocado un aborto, la joven volvió a entrar al hospital por el mismo motivo y con el riesgo de perder su propia vida; fue entonces cuando este diácono decidió prepararse para no curar la salud de los hombres, sino “algo más profundo”.

D. Galo Leonell pertenecía a una familia no practicante pero a los 13 años al cambiar de colegio sus nuevos amigos lo integraron en la vida del Camino Neocatecumenal. A los 17 años abandonó los grupos de catequesis, terminó medicina y se especializó en cirugía. Años después, volvió a reencontrarse con sus amigos y tras vivir la experiencia del hospital decidió dar un paso adelante en su fe. Mañana será ordenado sacerdote rodeado de sus hermanas, que se han desplazado desde Colombia para acompañarlo en un día tan especial. Por la noche, a las 20:00 horas, oficiará su primera Misa como sacerdote en la parroquia de san Francisco de Asís (Capuchinos) de Murcia.

D. Pedro José González, de Cartagena, tiene claro que cada una de las circunstancias que le han marcado a lo largo de sus 32 años le han llevado a Dios. Con tan sólo 10 años, tuvo que cuidar a su abuela enferma y a su hermano recién nacido. Aquella etapa de sufrimiento familiar, el ver como cada día que pasaba la muerte de su abuela se acercaba, marcó su vida. A los 15 años un amigo lo invitó a participar en una comunidad Neocatecumenal, allí conoció a una chica con la que estuvo saliendo durante seis años, pero cuando se aproximó la fecha de la boda, Pedro no aceptó todos los requisitos que su novia le pedía para seguir adelante, entre los que se encontraba abandonar la comunidad. Él se preguntó: “Si Dios me da su amor a cambio de nada, sin pedir nada ¿por qué la mujer que amo sí?”, y tras luchar contra sus sentimientos decidió terminar con aquella relación. Por entonces, tenía un buen trabajo, dos coches y amistades para salir de fiesta, pero nada le llenaba.

Tras realizar el camino de Santiago, al llegar a la Catedral, después de varios días de caminar acompañado, pero también solo, meditando y rezando, escuchó el Evangelio de “el joven rico” y se sintió identificado con aquel muchacho al que el Señor manda vender todos sus bienes para dar el dinero a los pobres y conseguir así entrar en el cielo: “aquel joven rico escuchó el consejo del Señor y se marchó triste, sin embargo yo, al oír este Evangelio tuve claro lo que quería hacer en mi vida, quise ser presbítero, y tras muchos años de batallas y guerras personales, mañana será el día”. 


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