Los terribles problemas que se presenta en la educación del
país se agudizarán durante 2013. No es una predicción sino la determinación de
las tendencias abiertas por el gobierno del PRI, que se ha propuesto que en el
sector educativo debe repetirse la vieja política de control –en principio
sobre los sectores magisterial independiente y estudiantil-, de negociación con
el SNTE, de retorica y manipulación, más que alcanzar los fines y propósitos de
lo que significa la educación como un valor social y ciudadano. Las tendencias
del escenario que se impondrán este año estarán definidas –no todas por
supuesto- en tres importantes ámbitos:
En la tragedia
La política gubernamental no ha expresado ni definido una
política clara hacia los jóvenes ni hacia los estudiantes. De acuerdo con el
reportaje de Anabel Hernández (Proceso 1887) el mayor número de desaparecidos
durante el anterior sexenio fueron estudiantes (Mil 746), a los que habrá de
sumar a los desempleados (834 que sin duda en su mayoría son jóvenes y de forma
oprobiosa ocurridos en la capital del país), que dan cuenta del nivel de la
tragedia que se vive.
Si a ello se agrega que las victimas más frecuentes de la
guerra entre y contra el narcotráfico afecta a los jóvenes y que las cárceles
están llenas de ellos, lo que debería ser una política pública prioritaria de
justicia social –orientada a ofrecer alternativas en educación, cultura y
trabajo para estos y los estudiantes que van quedando en el rezago escolar (más
de la mitad de los que terminan la educación básica)- no aparecen como tal en
los intereses del actual gobierno.
En el reclamo
Quienes pretenden hacer creer que con mas exámenes para los
profesores y con un instituto (El INEE) que los califique y los cuente se podrá
superar la pésima formación educativa que van arrastrando los profesores en el
país y que por un artificio mágico (el examen de oposición) se superaran las
bajas calificaciones que los docentes han obtenido en años anteriores, tendrá
que vérselas con una realidad cercana a la repetición del desastre.
Durante décadas se ha golpeado (financiera y políticamente)
a las escuelas normales, se ha reprimido de forma salvaje a las normales
salvajes y se ha manipulado hasta el cansancio el magisterio nacional, se han
impuesto reglas de operación políticas y sindicales verdaderamente
escandalosas, como las alianzas de los gobiernos en turno con la burocracia
sindical del SNTE. Si alguien pretende pensar que la puesta en marcha de un
“servicio profesional docente” (con una prueba) se elevara la calidad del
desempeño escolar y del aprendizaje de los alumnos, deberá ser alguien que
podrá estar casi al borde de un tipo de locura (política, por supuesto).
Para nada. Lo que van a tener que enfrentar en 2013 este
gobierno y la SEP será un incrementado nivel de resistencia y de demandas en su
contra, de un movimiento magisterial harto de todo y que no tiene nada que
perder, pero también una acción repetida de negociación que ha abierto de
manera directa para darle una salida política a Elba Esther Gordillo y al SNTE.
El 2013 es el parte aguas de la vida corporativa del SNTE hacia otro esquema de
negociación sindical con algún grupo similar a la otra dirigencia -vaya usted a
saber si para bien o para mal- que pueda adecuarse a los “viejos nuevos”
tiempos de ese PRI que se autonombra ahora “irreconocible”.
En esos términos lo más probable es que se asistirá a
similares escenarios de descalificación de todo lo que emprenda el actual
secretario de educación (Como le ocurrió a Vázquez Mota y Lujambio) por parte
del SNTE, tanto para renovar viejas rencillas como para negociar por cualquier
medio posible el control de los recursos que salen del aparato de la SEP. La
formación integral de los maestros poco importara.
En la profundidad.
No habrá cambios importantes en la calidad, desempeño y
cobertura de atención social de las tareas educativas. Conociendo cuantos
maestros existen en el país y con exámenes para los que deseen ingresar al
sistema; sin realizar cambios en los cientos de miles que se encuentran en
ejercicio de sus funciones; sin redefinir el currículum de la educación básica
(desde preescolar hasta bachillerato); sin organizar nuevos ambientes de
aprendizaje y colectivos de docentes; sin alterar la burocratización de la
gestión educativa y supervisión, sin mejorar la infraestructura de las
escuelas, su sanidad y los pobres recursos que administran no se lograra nada
sustancial durante 2013.
La vieja política educativa priista quiere mostrar un rostro
nuevo (dicen que “desconocido”) –que sin embargo no atiende lo que significa
educar con justicia y equidad ni con la profundidad que se requiere para un
nuevo desarrollo de conocimientos y saberes- con el impulso a una reforma
educativa con visión de estado. Esta no podrá ocurrir si no se da pie a la
realización de consensos con la plena participación de la sociedad.
La gobernanza en la educación no se da con acuerdos
políticos, cupulares o partidarios ni pude realizarse fuera de la mejora de lo
pedagógico y de la organización de las escuelas; no se dará si no se cambian
los contenidos, textos, lenguajes y métodos y menos si estos solo evalúan lo
que no se ha emprendido y lo que no se ha sabido cómo enseñar.
Una reforma verdadera en la educación puede darse si hay
liderazgo y legitimidad en las escuelas, aunque esta no se presente en la
burocracia y las oficinas de los secretarios en turno. El peor camino para
empezar a construir un futuro distinto es repetir lo que se sabe que esta mal y
a pesar de saberlo, seguir haciéndolo.
Esto será lo que se presentara al final de 2013 pero no lo
que necesitamos los ciudadanos para mejorar la educación que se requiere y que
demandamos.
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